miércoles, 4 de mayo de 2011

POR UNA GEOGRAFIA NACIONAL


La geografía como disciplina científica fundamentada en lo social experimenta en los actuales momentos una lucha. Lucha para que se le reconozca su papel en todo programa de desarrollo, y lucha para que se le imparta en el aula o fuera de ella, desde el punto de vista científico.
Son muchos los que dudan del carácter científico de la geografía, catalogándola como simple acumulación de información de otras ciencias, y así la enseñan muchos profesionales.
Aparece ella en el siglo XIX como la ciencia que se aboca al estudio de la relación hombre – medio, y desde ese mismo momento ha estado relegada a un segundo plano, a la defensiva de los ataques que le hacen otras ciencias y científicos. Es una ciencia en discusión; se encuentra en una situación de reto, del cual estamos seguros saldrá triunfante, como lo han hecho la medicina, la química y otras ciencias, porque cuando el saber se apoya en la realidad es difícil que pierda beligerancia.
La tarea de la geografía actualmente no puede estar en aglomerar ideas de las otras ciencias para aplicarlas al saber geográfico, porque ella tiene un objeto de estudio propio que se traduce en ofrecer un diagnóstico de la realidad espacial.
La realidad espacial cambia, evoluciona, porque el medio geográfico cada día recibe, en forma más intensa, la acción de los grupos humanos creando nuevos vínculos entre la sociedad y la naturaleza. Por ello, la ciencia geográfica concebida como proceso está sujeta a esos cambios que se manifiestan en su objeto de estudio. No significa esto que la geografía cambie su objeto de estudio, sino que su metodología, técnica, teoría y estrategia marchan paralelo a la evolución que experimenta su objeto de estudio; el medio geográfico, lo que equivale decir: el proceso de desarrollo expresado en la superficie terrestre.
Para atrapar a esa realidad espacial, concebida como característica histórica y sujeta por tanto a toda una dinámica, es necesario que la geografía sea catalogada como proceso y parta de una perspectiva global.
Hoy día, nuestra ciencia es menospreciada por los organismos de planificación regional o de planificación espacial. Muchos problemas geográficos de la actualidad caen “para su solución” en poder de otras ciencias como por ejemplo, los desequilibrios ecológicos, las regionalizaciones, etc. Y por otro lado, los cargos o posiciones que deberían estar en manos de geógrafos, están siendo ocupados por economistas, ingenieros, urbanistas, etc.
La geografía en gran parte está encasillada, pues es necesario formar los cuadros que le den el impulso que necesita. En nuestra educación, tanto media como superior, sigue pesando una herencia muy sólida representada por el enciclopedismo. Nos llegó con la independencia, en el siglo XIX, invadiendo las escuelas, estableciéndose en ellas en función de una educación informativa (la necesidad de aquel momento histórico) y teniendo en la mecánica verbalismo – memorismo su forma expresiva. Hoy, en el siglo XX, aún domina el caduco enciclopedismo.
El momento histórico que vivimos exige cambios a la geografía; su objeto de estudio ha evolucionado, no podemos seguir con el enciclopedismo y solo informando; se impone una geografía nueva, que forme, una geografía para el país.
La enseñanza de la geografía no puede ser suma de informaciones, de parcelas, como se observa en gran parte de nuestras instituciones de educación media y superior. Muchos cursos de educación superior siguen siendo repetitivos, descriptivos, fragmentados, incapaces de generalizar; dominan en ellos en gran medida los aspectos físicos, la geografía regional no ha salido de su parcelamiento, de su memorismo, de sus esquemas lineales. Se imponen nuevos horizontes para evitar que la geografía se convierta en dogma, antítesis, en antigeografía.
Mientras no tengamos una enseñanza de la geografía actualizada, vigente, no podemos hacerle ver al ciudadano cómo es su mundo y que puede hacer él por su mundo. La geografía al posibilitar el diagnóstico del espacio, no solo dice qué hace falta sino qué se puede hacer o avanzar con o que hay. A ella se le podrá subestimar , es muy difícil que se la margine, pero a mediano o largo plazo tendrá que tomársele en consideración, como ya está sucediendo en varios países.
Las actuales circunstancias nos obligan a la búsqueda de una nueva geografía, y ella ha de fundamentarse en lo nacional, en la realidad espacial venezolana tanto a nivel territorial (la realidad espacial circunscrita a su extensión territorial), como a nivel espacial (la proyección del territorio, del espacio venezolano fuera de sus fronteras), así como también de tener presente que nuestro país está dentro del espacio de un conjunto de países, con el cual mantiene relaciones.
Dentro de lo primero estaría el diagnóstico espacial: campo – ciudad; paisaje – región, con sus respectivas dinámicas: movilidad espacial, industrialización, urbanización, desequilibrios ecológicos, géneros y modos de vida, etc. Dentro de lo segundo estaría no exclusivamente, organizaciones, pactos subregionales a los cuales se adscribe nuestro país; subdesarrollo – desarrollo, dependencia, problemas fronterizos, etc.
Estudiar esta realidad nacional y fijar posición en torno a ella es mucho más productivo para el país que estudiar los fenómenos y problemas geográficos de ciudades ubicadas en otras latitudes, o a estudiar o adquirir conocimientos memorísticamente y aisladamente sobre hidrografía, geología, geomorfología, climatología, edafología, topografía, sociología, demografía, etc.
Se impone un cambio, en buscarlo y contribuir por su realización estará nuestro aporte por el bienestar social que tanto reclama el país.

El espacio geográfico y la enseñanza de la geografía en Venezuela. Cosme Arzolay.

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